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LA PALABRA DE CADA DÍA

Evangelio y comentario

Inmaculada Concepción de la

Virgen María

Lectura del libro del Génesis

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?»
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.»
El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?»
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?»
Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí.»
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.»
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

A veces me da un poco de miedo pensar en el contraste entre las imágenes de la Virgen María a las que estamos acostumbrados (coronas, mantos, joyas…) y lo que casi con toda seguridad fue la vida de aquella mujer sencilla de pueblo que María de Nazaret. Y de pueblo muy pueblo, porque en aquella época, como me aseguró un arqueólogo, Nazaret no pasaba de ser unas pocas cuevas habitadas.

Pero con el tiempo hemos ido transformando a María en algo que casi seguro no fue. Santuarios, apariciones, mensajes, declaraciones, novenas… Prefiero pensar en aquella mujer sencilla pero llena de fe. Una mujer que tuvo un hijo al que posiblemente nunca entendió del todo y del que en algún momento hasta pensó que estaba loco, pero que también en el fondo de su corazón lo miraba con la esperanza puesta en Dios. Una mujer fiel y sencilla en su fe. No entendió a su hijo pero no le dejó, caminó a su lado. Hasta el momento del máximo “no entender” cuando le acompañó hasta la cruz. Cuando todas las promesas parecía que se habían roto, ella siguió allí. Por amor de madre y porque en su corazón creía que había algo más del dolor y la muerte que se veían a primera vista.

Hoy pienso en la Inmaculada no subida en un pedestal sino en la mujer sencilla y llena de fe, que sin entender mucho, sin saber de teología, acompañó a Jesús y a sus discípulos, estuvo de su lado, dejó que la palabra de su hijo cayera en su corazón. Y siguió caminando.

Hoy quiero celebrar a todas esas personas que, como María, sin entender ni saber teologías, creen con sencillez y van dando la mano a sus hermanos y hermanas, acompañando en el dolor y la muerte, llorando con los que lloran, gozando con los que se gozan, haciendo familia, fraternidad, justicia, sin dejar nunca a nadie fuera –por más que parezca loco o fuera de sí. O sea, haciendo y construyendo el Reino de Dios aquí en nuestro mundo, creando espacios de amor y fraternidad donde nadie es excluido.


Las Dominicas de Lerma te retan...

HOY EL RETO DEL AMOR ES CREER EN EL PODER DE CRISTO PARA TRASFORMARTE

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

INESPERADA SORPRESA

Estábamos trabajando en la sala de abajo. Como quedaba un ratito para tener que ir a Vísperas, Lety propuso salir a dar una vuelta rápida por la huerta. Todas reaccionamos encantadas.

Empezaron a salir, sin embargo, yo me quedé rezagada. No llevaba el calzado adecuado, pero no había problema. Hace unos días me había manchado las deportivas de barro y, por no ensuciar la casa, las había dejado a la puerta del Novi, en la entradilla que da a la huerta.

Salí del Noviciado, me puse una deportiva, luego la otra y...
-¡Ay!

¡Había algo ahí dentro! Rápidamente saqué el pie y di la vuelta a la zapatilla. ¡¡Casi me muero de la risa!! ¿Sabes qué salió? ¡¡¡Una almendra!!! Pero una almendra enterita, grandísima, con cáscara y todo...

Claro, la entradilla, aunque es un sitio cubierto, no está cerrada. Así que, evidentemente, ¡algún animalillo pensó que mi zapatilla era la despensa perfecta para guardarse la cena! ¡Menuda transformación!

Sin poder parar de reír ante tan cómica situación, dejé la almendra en el suelo, más o menos donde había estado la deportiva, esperando no dejar sin provisiones a mi pequeño y simpático vecino.

Ahora, en la oración, delante de Él, veo que Cristo también es como ese animalillo: con cada cosa, con cada persona, ¡se le ocurren miles de posibilidades! Es ingenioso, creativo, ¡sorprendente! Transformó las tinajas de la purificación en unos magníficos odres de vino que salvaron las bodas de Caná... Hizo del peor perseguidor de la Iglesia el apóstol más ardiente, nada menos que san Pablo...

Hay quien dice que cada ser humano está siempre "inacabado"... ¡claro, con Jesucristo hay tantas posibilidades, que siempre se le ocurre algo más! Con Cristo siempre es posible dar otro paso, siempre es posible empezar de nuevo.

Hoy el reto del amor es creer en el poder de Cristo para transformarte. Tal vez tengas cerca alguna zapatilla llena de barro... o puede que tú mismo te sientas así. Pues hoy te invito a que confíes en el poder de Cristo: ¡Él está deseando transformarte, llenarte con la almendra de su gracia! En tu oración, dale permiso para obrar en tu interior, ponte en Sus Manos y deja que haga de ti un instrumento de su Amor. Transformado por Él, ¡hoy sorprende a alguien, dibuja una sonrisa! ¡Feliz día!


IMAGEN Y FE

LA INMACULADA CONCEPCION

  • Autor: Francisco de Zurbarán

  • Título: La Inmaculada Concepción

  • Cronología: Hacia 1630–1650 (Barroco español)

  • Técnica: Óleo sobre lienzo

  • Tema: Religioso (mariano)

  • Estilo: Barroco

  • Localización: Museo del Prado (una de sus versiones más conocidas)

Zurbarán presenta una Inmaculada solemne, silenciosa y majestuosa, alejada del dinamismo de otros pintores barrocos. No busca la emoción exuberante, sino una espiritualidad intensa y contemplativa, adecuada para la oración y la meditación en conventos e iglesias.

La Inmaculada Concepción de Zurbarán es una de las representaciones más sobrias, solemnes y teológicamente profundas del Barroco español. Destaca por su equilibrio entre belleza, simbolismo y mensaje religioso, siendo un ejemplo perfecto del arte al servicio de la fe.

Nos encontramos ante La Inmaculada Concepción de Francisco de Zurbarán, obra del Barroco español del siglo XVII, realizada al óleo sobre lienzo con temática religiosa mariana. Pertenece al contexto de la Contrarreforma, en el que el arte se pone al servicio de la Iglesia como medio de propaganda y catequesis. La Virgen aparece de cuerpo entero, sobre nubes, rodeada de ángeles, siguiendo el modelo iconográfico del Apocalipsis. Viste túnica blanca, símbolo de pureza, y manto azul, que representa el cielo. La composición es vertical, centralizada y simétrica, aportando solemnidad. Predomina una luz tenebrista que destaca la figura sobre un fondo oscuro. El estilo muestra el naturalismo, la monumentalidad y la espiritualidad austera típicas de Zurbarán, frente al dinamismo de otros barrocos como Murillo.


MARÍA DE NAZARET UNA MUJER DE CARNE Y HUESO

Cuando cada año celebramos la fiesta mariana del 8 de diciembre no pocas mujeres sentimos un cierto malestar porque no nos reconocemos en ese ideal femenino que María, la madre de Jesús, parece representar. Su figura aparece tan idealizada y excepcional que difícilmente podemos identificarnos con ella y sentirla como compañera de camino y referente para nuestro cotidiano camino de fe.  

A lo largo de los siglos se ha ido construyendo una imagen de María de Nazaret que respondía más a los ideales masculinos sobre las mujeres que a lo que las mujeres, en realidad, sentían que eran sus vidas y lo que deseaban hacer con ellas. Esa imagen, aunque buscaba reflejar los vínculos de fe con la madre de Jesús, colaboró en la legitimación de modelos de género que subordinaban y silenciaban a las mujeres.

La descripción de María como una mujer obediente, virgen y madre hacían de ella un ser excepcional que ponía ante el resto de las mujeres unos ideales que no solo no podían alcanzar, sino que convertían en pecaminosos o ilegítimos cualquier otro deseo o ideal que una mujer pudiese concebir para sí misma. Por suerte, no está todo dicho sobre está mujer nazarena y quizá podamos hacerle justicia recuperando su historicidad más allá de la idealización atemporal con la que muchas veces ha sido descrita y escuchando lo que las mujeres contemporáneas descubren en ella y como la convierten en testigo para sus vidas. 

Quizá necesitamos como nos invita Elizabeth Johnson, recordar que María de Nazaret tuvo una vida real, que su vida auténtica nos obliga a abandonar las sedas y las coronas para seguirla por los caminos polvorientos y pobres de su Galilea natal. Nos obliga a encallecer sus manos y a dibujar arrugas en su rostro terso y juvenil. Nos obliga a cubrir su túnica inmaculada con un delantal. Nos obliga a imaginarla cargando agua desde el pozo, amasando pan, dando de mamar, añadiendo remiendos al paño desgastado, fregando el suelo... (Cf. Verdadera Hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos).

Lucas y su mirada a María de Nazaret

Lucas es el evangelista que visibilizaba más a las mujeres en su relato, sin embargo, su mirada es dual. Mientras les da protagonismo refuerza los patrones de género propios de una cultura patriarcal. Para él era importante sostener el mensaje igualitario que Jesús proclamó, pero a la vez quería que fuese acogido en una sociedad profundamente patriarcal. Por ello, a la vez que da voz y hace testigos a las mujeres de la Buena Noticia del Reino a las mujeres, reviste sus figuras de rasgos que no desentonen del ideal femenino de su época.

Cuando presenta a María de Nazaret la hace sujeto de la revelación divina y voz profética para su comunidad (Magníficat) pero a la vez la sitúa en los espacios y valores propios de su condición femenina: obediencia, espacio doméstico, maternidad…De este modo se convierte en un modelo a imitar.

María esclava del Señor

La obediencia, expresada en el relato de la anunciación con la metáfora de la esclava no es, en principio, negativo porque busca expresar su acogida fiel y valiente de la propuesta divina. El problema es que tradicionalmente se ha entendido como sumisión a un Dios que generalmente se imagina como varón (con todo lo que esto representa en nuestros imaginarios de género) al que someter la voluntad para ser digna de su aprecio. Para muchas mujeres que han sufrido la esclavitud esta metáfora, además, les remite a experiencias de violencia, de abuso y servidumbre y les resulta difícil apropiarse de ella para entender su relación con Dios.

La pregunta es cómo visibilizar el sí de María como el acto de una mujer que acepta, libre y consciente, la invitación que Dios le hace a colaborar activamente en su sueño salvador para el ser humano (Un Dios que también tiene rostro femenino, pues las mujeres creadas a imagen y semejanza del creador también pueden representar a Dios). Cómo nombrar la confianza que María pone en Dios sin rebajar su figura a un mero objeto ni reducir su capacidad y dignidad para afrontar la misión encomendada.

María Madre de Jesús

Históricamente, María de Nazaret fue la madre de Jesús de Nazaret y sin duda influyó en la clase de ser humano que fue, pero con frecuencia ese aspecto de su vida oscureció muchas otras realidades posibles en su vida. La idealización su maternidad ha servido para legitimar la idea de que la maternidad es la razón de ser de la vida de la mujer y lo que realmente Dios espera de ella. Todo ello proyecta un ideal femenino que cada vez menos mujeres desean. Las mujeres valoran ser madres, pero también reivindican ser algo más, tener un lugar propio, desplegar todas sus potencialidades. María de Nazaret fue madre, pero también fue mujer, hermana, compañera, amiga, trabajadora…

En el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción una invitación a escuchar su voz, sus débiles pasos en la Escritura, a nombrarla con nombres nuevos, a bajarla de esos pedestales e idealizaciones en los que posiblemente no quiera estar, no se sienta cómoda…Nombrémosla y recordémosla como una mujer fuerte, valiente, empoderada en su misión y capaz de acompañar el camino humano de Jesús, ayudándolo a nombrar a Dios, Abba, a respetar a las mujeres y a luchar por la justicia de los más débiles y desheredados.

EL SANTO QUE VA A NACER SERÁ LLAMADO HIJO DE DIOS

Siempre que leemos la Palabra hemos de hacerlo tratando de alimentar nuestra espiritualidad. La fe bebe y vive de la Palabra.

Desde hace mucho tiempo sabemos que el texto que hemos leído hoy pertenece al género literario de “anunciación”, relato en que se anuncia el nacimiento de un personaje importante en modos maravillosos para subrayar su papel decisivo en la historia de la salvación. No hay que tomar literalmente estos relatos construidos por los autores bíblicos como si fueran históricos. No lo son.

En este de la anunciación a María se quiere decir como mensaje central que EL SANTO QUE VA A NACER SERÁ LLAMADO HIJO DE DIOS. Para entender correctamente esto hay que mantener como requisito imprescindible que Jesús es, como dice san Pablo, “nacido de mujer” (Gal 4,4) y “como nosotros en todo” (Heb 2,17). Si algo sabemos de Jesús es que fue un humano en toda su entereza. No lo saquemos del marco de lo humano.

Pero, además, se dice que ese humano llegará a ser Hijo de Dios, persona plena, dichosa en todo lo que un humano puede serlo, hombre acabado, querido de Dios como se quiere a un hijo. Esto es importante porque si tal cosa se dice de Jesús que es uno como nosotros, lo mismo se podrá decir de nosotros mismos: nuestro horizonte es ser hijos de Dios. Ese es nuestro camino y nuestra meta. Ser hijo es don y conquista.

¿Cómo construir en nuestra vida concreta el sueño de llegar a ser hijos de Dios?

  • Eres hijo si vives como Jesús:si vives con sus valores, si perdonas, si eres generoso, si sirves, si tienes el corazón abierto. Todos sabemos cuál era el estilo de vida de Jesús. Seamos hijos como él fue hijo.

  • Eres hijo si eres humano:porque ser hijo no es ninguna cosa rara. En el fondo, es simplemente ser humano, tener a la bondad por ideal práctico de vida.

  • Eres hijo si te entregas al otro:porque ese ha sido el sentido de la vida de Jesús dar y darse. Por eso nos dice el evangelio: “Anda y haz lo mismo” (Lc 10,37).

Puede ser que todo esto nos suene a música celestial. No renunciemos a una vida con mística. Tenemos algo debajo de la piel. Cultivemos nuestra interioridad. Dejemos que estos mensajes espirituales bajen a nuestro interior y nos toquen por dentro. No preguntemos para qué sirve porque no le veamos un lado aparentemente útil. Sirve para dar hondura a nuestra vida, para abrirnos horizontes. Levantemos el vuelo. No andemos siempre a ras de tierra.

Hoy es una fiesta de María, pero, en el fondo, es una fiesta de la humanidad, de todos aquellos y aquellas que siembran humanidad en el mundo, de los que hacen posible el triunfo de lo humano: de los que ayudaron en la DANA quitándose de lo suyo; de los que apagaron incendios con riesgo de su vida; de los que ponen una cocina bajo las bombas de los israelíes; de los que acompañan las vidas de los más solos y olvidados. Todos esos están siendo hijos de Dios porque son el amor de Dios en clave humana. Hoy es su día, día en que Dios los llama hijos suyos.


MARÍA HACE PRESENTE LA DIVINIDAD INMACULADA

Dios te ha dado a ti exactamente lo mismo que a Jesús y María, porque se da siempre infinitamente. Si lo experimentas, saltará por los aires el corsé que te impide crecer y ser tú. Verlo en ellos, es una maravilla, pero no es suficiente. Debes descubrirlo en ti.

Ni los evangelios ni los Padres de la Iglesia hablan para nada de María inmaculada. La razón es muy simple, no se había elaborado la idea que hoy tenemos de pecado original. Solo cuanto se empezó creer que todos los hombres nacían con una mancha o pecado (“mácula”, según S. Agustín) se empezó también a pensar en una María in-maculada.

En los evangelios no hay ni rastro de la María mitológica, fuera de los relatos de la infancia de Mateo y Lucas. La capacidad de símbolos ha hecho posible convertir a María en un personaje simbólico, utópico, mítico. Solo la intuición, la vivencia personal más profunda permitió con el tiempo esos descubrimientos abismales en la figura de María.

Pero el que descubre esas verdades no racionales, tiene que expresarlas en un lenguaje racional. Cuando un ser humano, que no ha tenido esa experiencia, recibe ese lenguaje, lo interpreta racionalmente, lo distorsiona y lo convierte en un lenguaje irracional.

¿Hay algo más irracional que una madre de Dios o una concepción virginal o una inmaculada o una subida al cielo en cuerpo y alma, entendido todo ello en sentido literal? Esta es la causa de la esquizofrenia ante un lenguaje que no comprendemos.

Aunque el pecado original es un dogma, los exégetas nos dan hoy una explicación del relato del Génesis que no es compatible con la idea de pecado original de S. Agustín. Hoy sabemos que no ha existido ningún Adán y aceptamos como normal el paso progresivo de los simios al “homo sapiens”, a través de una muy larga evolución.

El pecado, incluido el original, no es ningún virus que se pueda quitar o poner. El primer “fallo” (¿pecado?) en el hombre, es consecuencia de su capacidad de conocimiento. En cuanto tuvo capacidad de conocer y de elegir, falló. El fallo no se debe al conocimiento, sino a una manera limitada de conocer, que toma por bueno, lo que en sí es malo.

El concepto de pecado como ofensa a Dios, necesita una revisión urgente. Creer que los errores que comete el hombre pueden ofender a Dios y causar una reacción por su parte es ridiculizarlo. Dios es impasible, no puede cambiar nunca. Es amor-unidad y lo será siempre y para todos. Al fallar me hago daño a mí mismo y a las demás, nunca a Dios.

Sea yo lo que sea, la oferta de amor por parte de Dios será siempre irrevocable. Pero esa oferta no la puede hacer Dios desde fuera de mí. Para Él no hay afuera. Lo divino es el fundamento y la base de mi ser. Ahí puedo volver en todo momento para descubrirlo.

El dogma dice: “por un singular privilegio de Dios”. Para nosotros hoy esa frase es desproporcionada e inaceptable. En sentido estricto, Dios no puede tener privilegios con nadie. Dios no puede dar a un ser lo que niega a otro. El amor en Dios es su esencia. Dios no tiene nada que dar, o se da Él mismo o no da nada. Además, no tiene partes.

Hablar de la Inmaculada es tomar conciencia de que en un ser humano (María) descubrimos algo, en lo hondo de su ser, que fue siempre limpio, puro, sin mancha alguna, inmaculado. Lo verdaderamente importante es que, si ese núcleo inmaculado se da en un solo ser humano, podemos tener la garantía de que se da en todos.

En la fiesta de María Inmaculada descubrimos la cercanía de lo divino. Lo singular de María está en que hace presente a Dios como mujer. Podemos descubrir en ella lo femenino de Dios. No son los capisayos que le hemos puesto a través de los siglos, los que la hacen grande, sino haber desplegado su feminidad desde esa realidad divina.

"Inmaculada Plaza de España en Roma"

¿QUÉ ES UN DOGMA?

Un dogma es una verdad de fe proclamada oficialmente por la Iglesia, que los cristianos están llamados a creer como parte esencial de su fe. No es una simple opinión religiosa, sino una enseñanza que la Iglesia declara como cierta y fundamental, porque está basada en la Revelación de Dios (la Biblia y la Tradición).

Características de un dogma: Es una verdad revelada por Dios. Es proclamada solemnemente por la Iglesia. Es obligatoria para los creyentes.No se puede cambiar, aunque sí se puede comprender mejor con el paso del tiempo.

Ejemplos de dogmas: la Trinidad, la Resurrección de Cristo, la Inmaculada Concepción, la Asunción de María.

¿Qué es el Dogma de la Inmaculada Concepción?

El Dogma de la Inmaculada Concepción afirma que:

La Virgen María fue concebida sin pecado original desde el primer instante de su existencia, por un privilegio especial de Dios, en previsión de los méritos de Jesucristo.

Este dogma fue proclamado solemnemente por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en el documento Ineffabilis Deus. Aunque se proclamó en el siglo XIX, esta creencia ya estaba muy extendida en la Iglesia desde siglos antes, especialmente en España.

Es muy importante aclarar que: No se refiere al nacimiento de Jesús, sino al nacimiento de María. Significa que María fue preservada del pecado original, no que no necesitara a Dios, sino que fue redimida de forma anticipada por Cristo.

Sentido profundo del Dogma de la Inmaculada

Dios preparó a María de manera especial para ser la Madre de su Hijo. Al estar libre de pecado: María puede entregarse a Dios con total libertad. Se convierte en el modelo perfecto de obediencia y fe. Es signo de lo que Dios quiere para todos: una humanidad limpia de pecado y llena de gracia. La Inmaculada no es solo un privilegio de María, sino un mensaje de esperanza para toda la humanidad.

Reflexión sobre el Dogma de la Inmaculada

El Dogma de la Inmaculada nos recuerda que Dios confía plenamente en el ser humano. Al elegir a María sin mancha de pecado, Dios muestra que el mal no tiene la última palabra, y que la gracia es más fuerte que el pecado.

María, siendo Inmaculada, no se distancia de nosotros, sino que se hace modelo cercano de fe, humildad y entrega. Su “sí” al ángel es un acto de libertad total, porque su corazón estaba limpio, sin ataduras al mal.

La Inmaculada también nos invita a: Vivir con coherencia. Buscar la pureza interior. Confiar en Dios incluso cuando no entendemos todo. Creer que siempre es posible empezar de nuevo.

El Dogma de la Inmaculada Concepción no es solo una verdad teológica, sino un mensaje profundo de amor, esperanza y salvación. Nos enseña que la gracia de Dios puede transformar completamente la vida de una persona, como lo hizo con María, y que todos estamos llamados a vivir en esa luz.


Adviento: esperar con el corazón

En la inmensidad amazónica, donde el río es camino y la selva es hogar, el tiempo de Adviento adquiere un sentido profundo. Aquí, la esperanza no es una idea abstracta, sino un modo de resistir, de seguir creyendo en la vida incluso cuando todo parece amenazado: la tierra, los ríos, los pueblos, el futuro. En medio de tantas heridas, el cristianismo sigue siendo motivo de esperanza, porque anuncia a un Dios que se hace presencia y camina con nosotros, un Dios que se encarna en la vulnerabilidad de la historia, en las aldeas y en las periferias del mundo.

Ser cristiano, en la Amazonía y en cualquier lugar, es esperar contra toda desesperanza. No se trata de un optimismo ingenuo, sino de una confianza obstinada: la certeza de que el Verbo se hizo carne y continúa haciéndose cuerpo en el pueblo que resiste. El cristiano no huye del sufrimiento, sino que lo atraviesa con la convicción de que Dios está en medio, en las pequeñas semillas que germinan, en los gestos de solidaridad, en la mística de la comunión entre los seres.

Mientras muchos ya no creen en la humanidad, el cristiano ve en cada rostro un reflejo del Emanuel —Dios con nosotros—. Esa es la diferencia: el cristiano espera, no porque el futuro sea claro, sino porque sabe que el Espíritu actúa en la oscuridad. La esperanza cristiana nace de la gratuidad, de la certeza de que el amor tiene la última palabra y de que el Niño de Belén sigue naciendo donde menos se espera: quizá en una choza sencilla, en un rincón de la selva, en el rostro de un pueblo que canta aun entre lágrimas. Adviento, aquí, es aprender a esperar como la tierra: en silencio fecundo, con el corazón abierto al Dios que viene.

MARÍA NUESTRA MADRE

La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que, por una gracia especial de Dios, Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.

En el año 2024 se celebrará el 170 aniversario de la Proclamación del Dogma de que María fue concebida sin pecado original, sin mancha. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles ... "   Pío IX, bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de (1854).

La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana. María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción. Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se trata de la concepción de Jesús, quien, claro está, también fue concebido sin pecado.

"Dios inefable, (...) habiendo provisto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano que había de derivarse de la culpa de Adán, y habiendo determinado, en el misterio escondido desde todos los siglos, culminar la primera obra de su bondad por medio de la encarnación del Verbo (...), eligió y señaló desde el principio y antes de todos los siglos a su unigénito Hijo, una Madre, para que, hecho carne de Ella, naciese en la feliz plenitud de los tiempos; y tanto la amó por encima de todas las criaturas, que solamente en Ella se complació con señaladísima benevolencia.

Como nos indican las anteriores palabras de Pío IX, la concepción inmaculada de la Virgen María es un maravilloso misterio de amor. La Iglesia lo fue descubriendo poco a poco, al andar de los tiempos. Hubieron de transcurrir siglos hasta que fuera definido como dogma de fe.

Dirijamos, pues, nuestra mirada en este tiempo de Adviento a María, que preparó a conciencia el primer y verdadero adviento. Nadie como Ella supo interpretar los signos de los tiempos, sintiendo que el Señor estaba cerca, Ella oró como nadie con el Salmo 24:
"Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza"

Y cuando le fue propuesta la maternidad, nada menos que del mismísimo Hijo de Dios, no quiso decir que no. Su vida fue un "sí "rotundo a los planes de Dios.
   
Siendo Ella, con su sí, quien propició que el Dios lejano se hiciera nuestro, y a partir de la encarnación de su Hijo, Dios tuviera otro título que antes no tenía: Emmanuel", el Dios con nosotros, el Salvador, el que puso su tienda entre nosotros.

Parece que de María tendríamos que explayarnos hasta la última semana de Adviento, pero quién mejor que Ella para abrir y disponer los corazones para que esta Navidad no tenga las características de ser sólo una fiesta más, o mejor la fiesta de las fiestas, donde hay de todo, pero donde se siente muchas veces un vacío, no tanto por las cosas de las que no se pudo disponer para la fiesta y el festejo, sino precisamente por no haber dispuesto el corazón, para hacer ahí el Adviento, la llegada, la recepción y la acogida para el recién nacido.

Navidad será entonces un festejo anticipado de la Pascua del Señor. Sin su encarnación, no hubiera sido posible ni la entrega, ni la redención, ni la cruz; pero tampoco la Resurrección y la vuelta de los hijos de Dios a la casa, al Reino, a los brazos amorosos del buen Padre Dios. La Navidad nos hermanará en torno al Divino Niño, nos hará compadecernos y enternecernos a la vista de quien se convierte en la presencia más cercana del Dios de los Cielos, y de la tierra.

María es un signo anticipado: de limpieza, de belleza, de santidad, de perfección, de plenitud, de vida nueva, de victoria pascual. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el hombre. Un modelo, por lo tanto, para cada persona humana, para cada creyente, para la Iglesia, para la humanidad. Lo que tanto soñamos y deseamos es posible, en María se ha realizado ya.

Alegre aurora. Cuando aparecen las primeras luces del día, cuando amanece o mañanea, admiramos los tonos de color que vencen la oscuridad nocturna, Y nos alegramos. La luz, además de ofrecernos claridad, nos llena de alegría. Así es la Virgen Inmaculada, suave luz que anuncia victoria sobre el pecado y la muerte, señal segura de que se acerca el día, buena noticia para todos los hijos de la noche, causa de nuestra alegría.

Alegría verdadera, porque nos garantiza salvación y victoria. Después de tantos fracasos, después de tantas derrotas, por fin podemos levantar cabeza. El poder de las tinieblas ha sido superado. En la madre aparece un punto de luz primero, como una flor, pero la luz va creciendo hasta el encanto. Es un regalo, no sólo para los ojos, sino para toda el alma.

Pero la aurora es un anuncio solamente, ella no tiene identidad propia, es una adelantada de otra realidad original, que es el sol. La aurora no es el día, sino que lo anuncia, lo prepara. Sus luces y colores no son propios, sino del sol. La aurora es algo relativo, sin el sol nada sería. Así es María con relación a Cristo, nuestro día y nuestro sol.


Acción de Gracias a la Virgen Inmaculada

Virgen María, Madre Inmaculada,
con el corazón lleno de gratitud
llegamos al final de este día
para darte gracias por tu amor de Madre
y por tu presencia constante en nuestra vida.

Gracias por tu “sí” generoso,
por tu fe inquebrantable,
por tu pureza y tu humildad,
por enseñarnos a confiar plenamente en Dios
aun en los momentos de cruz.

Gracias, Madre buena,
porque intercedes siempre por nosotros,
porque nos acompañas en nuestras luchas,
porque nos cubres con tu manto en la tristeza
y nos señalas el camino que conduce a Jesús.

Hoy renovamos nuestra entrega a ti,
consagramos nuevamente nuestras familias,
nuestros trabajos, nuestras alegrías y dolores.
Tómanos de la mano y llévanos siempre hacia tu Hijo,
para que vivamos según el Evangelio.

Virgen Inmaculada,
quédate con nosotros siempre,
protege nuestros pasos,
fortalece nuestra fe
y ayúdanos a ser testigos del amor de Dios en el mundo.

Oh, María concebida sin pecado,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
Amén.

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